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sábado, 12 de febrero de 2011

Edición No.327/ LA AGONÍA DE SER COLERO: RAFAEL CORREAL


En el libro “Los Escarabajos de la Vuelta a Colombia,” en su página 159, transcribimos el siguiente párrafo: “Se padece  una agonía tremenda, dan ganas de llorar, dice el colero de la XV Vuelta a Colombia. Rafael Correal, quien corre por el Meta. Él es mecánico de profesión en Villavicencio; siempre se ha encontrado solo y a punto de retirarse cuando lo ataca agudos dolores en sus piernas: sin embargo puede más el compromiso y llegan a su memoria las personas que le ayudaron para que participara. Correal fue campeón de ruta departamental y subcampeón en el kilómetro contrarreloj y en los cuatro mil metros persecución individual”.

Así se relata una de las actuaciones de Rafael Correal Parrado, cuando se atrevió  a participar  en Vuelta a Colombia por allá  en 1966.   Es nuestro invitado en las figuras para recordar.

 Aun su vida   transcurre entre rines y neumáticos ya sea de bicicletas o motos, porque en su taller “Peugeot” ubicado en barrio Santa Inés presta un servicio integral; completa cuarenta y ocho años de  casado con doña Aurora Rodríguez, el amor de toda su vida. Rafael nació  en el mes de julio de 1938, lo que  hoy  llamamos “la calle  de las tipografías”, una cuadra bajo donde funciona   la Gobernación.

¿Como se inició en el ciclismo?
Yo comencé a montar   tenia quince años, lo hacia  en una bicicleta muy pesada las famosas “panaderas”; le agradezco al ciclismo porque me alejo de todos los vicios: El único “doping” que conocí  fue la cervecita: Por ahí me tomaba una que otra.

Me “engome” del ciclismo que decidí cómprame  una bicicleta para carreras, varios amigos me colaboraron y logramos  recoger 800 pesos, con ese dinero me fui para Bogotá, donde llegue a un almacén  y me mostraron  unas de 200, 400, 800 pesos  y había una que era importada que la habían  dejado para venderla porque  al dueño le quedaba  muy pequeña.

Apenas la vi me gusto era una “Peugeot” con cambios esa costaba  1.200 pesos; el dueño del almacén me dijo cuanto tiene?  Le dije 800 pesos, de donde viene usted? De Villavicencio.

Llévesela!! En quince días yo voy y me tiene el resto; así fue el señor vino a Villavicencio y yo le tenia la plata. Yo trabaja como obrero de pico y pala con el Municipio.

¿Y que pasó?
Pues que no sabia montar  esa bicicleta entonces me presentaron a Mario Garcés López (q.e.p.d), quien me explicó  todo  el funcionamiento y me dio ánimos para que participara  en las carreras departamentales.

Precisamente cuando me inicie  llegó Ricardo Ovalle. Siempre teníamos unos duelos sensacionales en cada competencia  que programaba  la Liga.
  
¿Cuántas Vueltas a Colombia alcanzó a participar?
Participe  en tres ediciones, la primera la corrí en 1966 donde partieron 126 ciclistas y terminaron 60, precisamente yo quede de último.
Recibimiento a Correal en Villavicencio

¿Sufría agonía por ser colero?
Mucho, me daba pena  cuando llegaba a la meta y estaban los jueces y los directivos de la Federación esperándome, el recibimiento era fenomenal por la gritería del público, llovía  los abrazos, felicitaciones y una que otra chuchería que le regalaban uno.

¿Le gustaba ser colero?
No, lo que pasa que la Vuelta a Colombia era muy dura, las condiciones de las vías en algunos tramos eran intransitables.

Precisamente en la Vuelta de 66 me hice famoso por ser colero, tanto así  que me volví amigo  de “Cochise “Rodríguez, que nos encontrábamos todos los días  y departía unos minutos conmigo, dándome aliento para  que terminará cada  etapa.
                             
¿Cuénteme la novela de la etapa Bogotá-Ibagué?
Eso me paso por ser novato y osado; era la primera etapa de la Vuelta a Colombia la salida era en Bogotá y la llegada  en Ibagué. No conocía la carretera apenas se dio  la partida yo tome  la punta  de carrera y me les adelante a todo el mundo, hasta el carro de los jueces, mi reloj  marcaba treinta minutos de diferencia.

Me fui una carretera desolada, se me hizo extraños porque  los campesinos me miraban asombrados y no podían creer  que un ciclista pasara por esos  parajes desconocidos para mi, yo avanzaba, llegue a un ranchito había unas personas  y le pregunte voy bien y ellos dijeron” si va muy bien”:

De pronto escuche a un carro que venia detrás de mi a toda velocidad  y echando pito, era el carro donde venia el profesor Mario Garcés quien me dijo “ Hola so pendejo y usted que hace por aquí?

Yo le respondí:” No ve profesor, que soy el líder  de la carrera”
A lo que Garcés  me ripostó” Yo creo  que mas bien  debe ser el colero de la carrera, no ve que la Vuelta no pasa por aquí, usted  se  salió  de la ruta oficial, a devolverse mijo”.

Me tocó montarme el carro y alcanza  el bus-escoba  que iba cerrando  la  prueba. Pedí autorización y me conecte  al lote colero, que estaba  a 30 minutos  de los punteros, o sea  había perdido más de una hora.

¿Y luego que hizo?
Me sentí con arrestos y tomé la iniciativa  de tratar de sacar  el lote, pero ellos se me pegaban, entonces dirigí   la mirada  al profe Garcés y le dije. Qué  hago?
El me respondió: “Chupe rueda, porque si no es capaz  de zafarse y ellos no lo dejan ir...Aguante..Aguante!!

¿Es verdad que usted fue tekondista?
Si me retire un poco desilusionado del ciclismo,  me encontré con Carlos Esquivel Cangrejo, quien tenía un salón de enseñanzas en el barrio Barzal Bajo, por la calle del “Pedregal” y me invitó a practicar taekwondo.

Me entusiasme para obtener el máximo reconocimiento por conseguir la perfección, pero varios compañeros me dijeron que para llegar al dan catorce necesitaba entre cuarenta o cincuenta años.

¿Y entonces?
Decidí retírame de todo; alcance a ser técnico luego pertenecí a la Comisión de Juzgamiento, anime  a mis hijos a que practicarán el ciclismo, pero pudo más el estudio,  el trabajo y las obligaciones familiares.

Rafael Correal, aún con sus manos callosas montado y desmontado rines, su  rostro esta ajado y marcado por el paso  de los años;  su pensamiento  refleja la nostalgia por el ciclismo, al cual le da gracias porque lo formó como persona; el único reconocimiento que ha recibido y lo guarda como un  tesoro es la placa  que le entregó  la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos, Acord Meta, como   testimonio a su esfuerzo  y sacrificio por   defender los colores de esta región.
Linea de salida frente al edificio de la Gobernación  para doble a Buenavista (Foto/Archivo particular)



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